“La ballena nos ha guiado.”
Carl Schmitt. Tierra y mar. Una reflexión sobre la historia universal.
Mucho antes a la escritura, la civilización consistió en una barca pequeña y humilde que navegaba. El gran misterio sobre nuestro origen es por qué los primeros grupos humanos se lanzaron a los mares sin destino definido ni propósito aparente, como depredadores de naufragios. No había entonces el ingenio de las personas ideado cartografías o instrumentos marítimos, apenas el balbuceo de las palabras y el azar orientaban sobre el enigmático acomodo de las estrellas en la noche y de los peces en el mar, como metáforas propias del sonido y del tiempo.
Previo a la historia, el ser humano aprendió la ternura en la soledad de las navegaciones. Ese oscuro viaje sin propósito dio a la inmensidad color, sabor, voz y carácter.
En su poema El Sueño, Sor Juana Inés de la Cruz imagina a la ballena como la respiración que al sumergirse se ofrece como un sueño submarino. Sabemos que siguiendo su rastro, humanos imaginantes descubrieron en la migración del cetáceo más que condición de conquista, la del anhelo que se renueva en cada exhalación del agua. Alguien sueña cada vez que el reflejo de la luna se arroja a las aguas. Al navegar nacimos en el deseo; el susurro de las olas nos enseñó la noche.
Fernando Martín Velazco
Insanus prínceps
Texto del programa de mano de la obra presentada en el Teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque de la Ciudad de México, "Aproximación al interior de una ballena" de la Compañía de Teatro El Ghetto, dirección de Agustín Meza, inspirada en la obra homónima de Ángel Hernández.