Los Juegos del Leviatán inició con la imaginación de un gesto: leer poesía a las ballenas.

El sitio elegido para dicha acción era justo aquel donde a mediados del siglo XIX se había llevado a cabo la mayor masacre de ballenas en un solo sitio: la Bahía El Vizcaíno de la península de Baja California.

El poema era propuesto entonces como una intervención en sitio específico. Un acto modesto y al alcance de cualquiera, desprovisto de artefactos; con una potencia simbólica universal. Ante la herencia de la objetivación, extracción y exterminio del cuerpo de los otros se oponía la voz humana, frágil y emotiva.

“A las ballenas les gusta la poesía” es la síntesis de una serie de experiencias diversas y conmovedoras. Es también una forma de invitación a dar continuidad a un ejercicio de reciprocidad interespecies a través de la lírica.